jueves, 4 de junio de 2009

Los aconfesionales no descansan

Muy interesante la entrevista realizada por Infocatólica al cabeza de lista de Familia y Vida en las europeas.

Este caballero tiene a bien enmendar la plana a los partidos que se declaran confesionales y al mismísimo Papa, por invitar a los católicos a defender los cuatro principios no negociables en política.

Como siempre, estos partidos que dicen querer plantear soluciones a los grandes dramas morales que provoca el sistema liberal, no aportan nada nuevo. Para ellos, confesar la fe públicamente es hacerle un flaco favor a la Iglesia. No se entiende como durante casi dos milenios los católicos no se dieron cuenta de ello y lucharon, trabajaron y dieron su vida por proclamar a Cristo públicamente. Suponemos que los de Familia y Vida hubieran mirado hacia otro lado mientras los romanos martirizaban a los primeros cristianos, que eran unos ultras confesionales, clericales y retrógados.

En realidad, lo que hace esta gente al cercenar la confesión de la fe en lo público es dar la espalda a Quien es fuente de todo Bien. "Sin Mí nada podéis hacer" (Jn 15, 5). A Cristo no se le reconoce únicamente en la intimidad o el ámbito privado. Precisamente, esa tendencia es el principio del triunfo protestante en la política. Y tras la la retirada de la fe en política, vienen las consecuencias morales en la legislación. Si no se reconoce a Cristo como Soberano de la Sociedad, y por tanto se silencia a la Iglesia para que no predique la verdad, ¿con qué fundamento se legislará a favor de la vida y la familia, puntos centrales de este partido?

Los liberales obsesionados con la aconfesionalidad argumentan que se debe proteger la vida y la familia porque es propio de la Ley Natural. Bien, pero en primer lugar hay que decir que el orden temporal también ha de cooperar en la Salvación de las almas, y por tanto en la extensión de la Fe que predica la Iglesia fundada por Cristo. Esto es lo propio de un católico que, por amor a Dios y al prójimo, busca el anuncio de la Buena Nueva, y ninguna esfera de la sociedad está por encima de la Voluntad de Dios: tampoco la política. Claro que, a lo mejor, a estos señores la salvación de las almas les importa un comino.

En segundo lugar, la interpretación de la Ley Natural está contaminada por el pecado original y es combatida sistemáticamente por quienes quieren pervertir el orden natural y provocar la extensión del pecado. Es la Iglesia la que garantiza una interpretación correcta. Si los liberales partidarios de la aconfesionalidad pretenden ponerse de acuerdo con todo el mundo en qué leyes han de legislarse de acuerdo con la Ley Natural, es que entonces padecen un buenismo patológico que sólo beneficia a quienes, dando la espalda a la Revelación, precisamente, quieren contradecir la razón y la naturaleza humana.

Llevamos demasiado tiempo forcejeando con aquellos que, tras expulsar a Dios de la vida pública, luchan denodadamente contra todo orden moral objetivo. No se puede ser tan ingenuo, tan cándido para pretender que se logrará un bendito consenso por renunciar a implantar el Reinado Social de Cristo. No se puede ser tan manso... a no ser que, en realidad, no se quiera cambiar practicamente nada del panorama actual.

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