domingo, 23 de octubre de 2011

Manifiesto para las concentraciones contra el aborto del 25 de octubre de 2011, en España e Hispanoamérica




Buenas tardes a todos los valientes defensores de la vida, que hoy os dais cita en multitud de ciudades de las Españas. Y hablo de las Españas y no de España, pues también en algunas ciudades de Hispanoamérica se va a leer este manifiesto, y justo es que nosotros, defensores de la verdad y de la vida, nos reconozcamos todos como hijos de una misma PATRIA HISPANA , aun encontrándonos hoy separados en multitud de naciones.

Hace ya muchos años que se iniciaron estas concentraciones por la vida y es posible que algunos piensen que nuestra lucha está abocada al fracaso, pues desde hace aun más tiempo, la sociedad occidental está empeñada en irse por el sumidero del egoísmo y de la amoralidad.

Pero lo cierto es que vuestra presencia hoy aquí y en tantos otros lugares de las tierras hispanas, es prueba evidente de que en nuestra sociedad aun quedan QUIJOTES que, sin esperar nada a cambio, están dispuestos a luchar por la justicia y por la verdad.

Y ninguna lucha es tan necesaria y tan justa como la de terminar con el aborto, pues el aborto es la derrota del sagrado amor de la maternidad, y el triunfo social del egoísmo y de la crueldad.

Una sociedad deshumanizada por el aborto es una sociedad abierta al infanticidio , a la desesperanza y al mal más absoluto. Todos sabemos que cuando una chica aborta, algo se rompe en su alma. Pero la sociedad prefiere callar y mirar para otro lado, para no sentir la vibración desgarradora que se agiganta en el silencio de su alma, hasta estallar en lo infinito.

Sí, la sociedad calla estúpidamente, esperando que ese grito inaudible, pero que hiela los corazones hasta hacerlos insensibles a todo amor y a todo sufrimiento humano, pase de largo y sin consecuencias.

¡ Pero el mal no pasa de largo! Solo la sangre infinitamente inocente de Cristo, puede acallar el grito inenarrable de cada criatura, también inocente, asesinada en el seno de su madre.

Y es por eso que el venturoso y radiante día en el que por fin nos encontraremos delante de Cristo para ser juzgados, todos nosotros podremos ver un enorme ejército de INOCENTES que, junto al blanco ejército de los mártires de la fe, nos mirarán con amor, y FELICES, le dirán a Dios:

¡ESTOS SON LOS QUE NOS CONSOLARON! ¡ESTOS SON LOS QUE POR NOSOTROS LLORARON Y FUERON PERSEGUIDOS, ESCUPIDOS, INSULTADOS, GOLPEADOS, HUMILLADOS! … ¡ESTOS SON LOS QUE NO CALLARON!

Sin duda acertó Martin Luther King al decir que “nuestra generación no se lamentará tanto de los crímenes de los hombres perversos, SINO ¡POR EL ATRONADOR SILENCIO DE LOS HOMBRES BUENOS” !

La democracia liberal y sus políticos, empeñados en comprar nuestro “voto”, han edificado un altar al hedonismo en el corazón de cada hombre y de cada mujer. Y cada uno de nosotros, infelices, nos hemos deleitado con las “dulces” uvas de la sociedad de los “derechos”, de la “igualdad”, del “todo vale”… del consumismo, de la moda, de la riqueza, del “sexo libre”, de la vanidad, del engreimiento… y de la fiesta interminable.

Y como consecuencia, si no hemos educado a nuestros hijos en la austeridad, en la verdad de las cosas, en la entrega amorosa y en el esfuerzo personal… ¿Habremos luego de sorprendernos de su incapacidad para aceptar las consecuencias de sus propios actos? ¿Acaso no llevan desde la infancia huyendo de las responsabilidades y de la realidad de la vida?

Acaso les hemos enseñado a amar y a consolar el dolor ajeno… ¿O solo a “disfrutar de la vida” o como mucho, a estudiar para “triunfar”?

¡Expliquemos la VERDAD de las cosas a nuestros hijos!: La vida no es “para disfrutarla” ¡La vida es para aprender a amar! Y amar es dar, sin esperar nada a cambio.

No está la dignidad en ser servido, ¡la dignidad está en servir! Por eso nada nos es más precioso que la vida de nuestros hijos. Nada nos ha hecho jamás más felices que su primera sonrisa, su primera palabra, su primer beso… su primer abrazo.

Digamos claro a los políticos, que no todo vale.

Los políticos se deben a la sociedad y por tanto, no les es moralmente lícito hacer leyes injustas, por muchas riquezas y por mucho apoyo social que ello les reporte. Si atroz les parece a estos judas el aplicar la pena de muerte a un asesino pederasta ¿No les debería de parecer aun más atroz, el asesinato brutal y sangriento de un niño indefenso en el vientre de su madre?

¿Cómo es posible que en la “católica” España no exista ni un solo partido con representación parlamentaria, que exija terminar con la monstruosa legalidad de cualquier infanticidio en el seno materno?

¿Y el “rey”? ¿No debería de ser la primera obligación de un monarca, el velar por la vida y el bienestar de los más débiles? ¿Puede un pueblo respetar a un “rey” capaz de firmar una Ley infame, que garantiza como derecho de las “madres”, el infanticidio de sus propios hijos aun no nacidos?

Y la jerarquía de la Iglesia ¿No debería de condenar con mucha más contundencia a los políticos causantes y/o, consentidores de tanto mal?

Toda vida merece ser vivida y nadie, y menos que nadie el Estado, tiene derecho a matar a un inocente. No debemos depositar ninguna esperanza en los poderosos del Sistema, pues sus corazones solo entienden de “posibilismos” y de “comprar voluntades”. Por eso y a imitación Herodes, quienes desde el poder debieran garantizar y proteger las vidas de los más débiles, son precisamente quienes legalizan su exterminio. No existe para ellos, ni la verdad ni la justicia.

Me dirán: ¿A quien recurrir entonces?

A los jóvenes más íntegros, a las gentes humildes y especialmente, al más inocente de los niños. Arranquemos de nuestros corazones el altar al egoísmo que políticos inmorales allí nos instalaran, y preparemos en su lugar un humilde pesebre de amor y de servicio, donde almacenar tanta dulzura como podamos encontrar, para arropar con ella al niño, que pronto ha de llegar.


En Cristo Rey...

Efrén de Pablos García
Presidente de la Asociación Cruz de San Andrés

2 comentarios:

andreina dijo...

FELICIDADES por ser la voz de os que no tienen voz, no puedo incorporárme a las marchas de los días 25 pues vivo en Mexico, pero cuenten con mi oración.

Pedro de Meneses dijo...

Habría que hacer concentraciones en todas las ciudades y ante lugares emblemáticos, una vez al mes.
Y con la ayuda de Dios quizás el ejemplo fuera imitado en otros muchos lugares.
Ese movimiento se me antoja de mayor importancia, seriedad y trascendencia que el de los famosos indignados. HAY QUE IR RECLUTANDO VOLUNTARIOS PARA LLEVARLO A LA PRÁCTICA.
Miguel Ángel Pavón Biedma