lunes, 2 de julio de 2012

Enemigos de la Iglesia: El YUNQUE


En los últimos años y muy especialmente durante los últimos meses, multitud de medios en España están hablando de la existencia de una secreta organización “paracatólica” de origen mejicano (desgraciado paraíso de las sectas y de las mafias) denominada "El Yunque".

Evidentemente y dado que al tratarse de una organización SECRETA, todos sus miembros van a negar sistemáticamente su pertenencia a la misma y llegarán, de ser necesario, a difamar y/o a denunciar a quien ose señalarles, con tal de resguardar los intereses y el anonimato de la organización.
¿Otro peligro?: Que en la medida que la secta se infiltre en organismos de la Iglesia, pueda supeditar la dinámica de los mismos a los secretos intereses del YUNQUE. Por ejemplo y para dar un mejor servicio a las organizaciones de la secta: No compartiendo con las asociaciones católicas, información relevante para la Iglesia.

Pero como nadie reconoce públicamente pertenecer al YUNQUE, lo que procede es concienciar a sus integrantes de la NECESIDAD de apartarse radical y prontamente de la obediencia a dicha organización. Esta es, en interés de la luz de la Iglesia, nuestra intención.


  Por su actualidad e indudable interés, reproducimos el siguiente artículo publicado en Cruz de San Andrés, hace casi un año:


Si alguien intenta captarte para una organización secreta, debes denunciarle y apartarte de él inmediatamente

Este artículo está especialmente pensado para nuestros jóvenes que, precisamente por su idealismo y juventud, suelen ser víctimas preferentes de las sectas más encubiertas y desde luego, no es ninguna broma.
Aunque muchas personas consideren que las sociedades secretas son cosa de fantasía o muy alejada de sus vidas, lo cierto es que hoy en día, este tipo de sociedades están más extendidas que nunca. Incluso en el entorno de la Iglesia.


Lo que todos los jóvenes debéis de saber sobre las sectas y las asociaciones secretas.
Hechos: 

La Iglesia católica condena enérgicamente todas las organizaciones secretas, por el mismo hecho de ser secretas: "Aquellas sociedades en las cuales se exige un secreto que a nadie debe ser manifestado y una absoluta obediencia a jefes ocultos mediando exigencia de juramento, SON SECTAS PROHIBIDAS Y DEBEN SER EVITADAS BAJO PECADO MORTAL" Aertnys, C.SS.R. - Damen C.SS.C. Theologia Moralis T. II n° 1057 Ed. Marietti.
Y el Magisterio de la Iglesia precisa que por sociedades secretas habrán de entenderse aquellas que “exigen de sus miembros un secreto total, que a nadie debe manifestarse, y les piden una obediencia omnímoda a jefes ocultos, corroborada mediante juramento” (Dz. 1861).
Todas las sociedades secretas están prohibidas y bajo pecado mortal, sin excepción alguna y para todo católico. 
Son sociedades secretas aquellas que mantienen estatutos, procedimientos o ritos, que solo son conocidos por sus miembros. Son también sectas secretas aquellas que solicitan a sus miembros que oculten su pertenencia a las mismas, sea este compromiso formal (sociedades secretas) o no (sociedades que se autodenominan “discretas”).

1. Todas aquellas organizaciones DONDE SE HACE JURAMENTO DE GUARDAR SECRETO ABSOLUTO. 
2. Las asociaciones en DONDE SE GUARDA OBEDIENCIA A JEFES OCULTOS.
3. Las que son peligrosas y dudosas POR LAS DOCTRINAS QUE ENSEÑAN o POR LA CONDUCTA QUE TIENEN SUS DIRIGENTES. 
4. La MASONERÍA y las sectas de la misma especie, o aquellas que para ”bien” o para mal, se inspiran en la masonería.

Ante la posibilidad de que a una asociación a la que se nos invite a entrar, se le pudiera aplicar simplemente uno de los puntos anteriores, todo joven católico ha de saber lo que debe hacer: Salir de esa secta o asociación y, para que resplandezca la luz de la Verdad, denunciar su existencia a su director espiritual y a sus padres. 

La existencia de estas sectas entre nosotros y sus consecuencias: 

El ocultismo en el que se mueven estas sectas, tiene cuanto menos dos terribles consecuencias negativas que, desgraciadamente, ya se están dejando sentir con fuerza en España, siendo este el motivo por el que publicamos la presente nota.

El primero, afecta directamente a las personas que se integran en estas sociedades ocultas y se concreta en la imposibilidad de conocer a la última fuente que las dirige y a la cual obedecen.

Efectivamente. En las sociedades secretas (especialmente en las masónicas o en las inspiradas por estos) es habitual que existan escalafones de poder, con lo que se impide a las personas que se encuentran en los círculos inferiores, el que puedan entrar en contacto o conocimiento de las personas que realmente dirigen dichas sociedades. Siendo así, ninguna persona de las que se encuadran dentro de estas asociaciones puede estar segura de que en última instancia, los fines que está persiguiendo su asociación y las ocultas personas que la dirigen, sean lícitos y no estén respondiendo a los intereses particulares de sus jefes superiores o incluso (y lo cual sería mucho peor), directa y taimadamente dirigidos a la destrucción de la Santa Madre Iglesia y de las entidades que de ella derivan.

Por ejemplo: Desviando capitales que bienintencionados católicos entregan para buenas causas a algunas entidades concretas, que soterradamente pertenecen a organizaciones secretas y que son utilizados por estas para lucrar a unos pocos o lo que es aun peor, con el secreto fin de evitar que dichos fondos caigan realmente en manos de la Iglesia.

La segunda consecuencia negativa se desprende de su misma existencia y es consecuencia de su forma “discreta” de actuar:

Hablamos de la psicosis que estas asociaciones crean a su alrededor. Un mal que afecta a toda sociedad que las acoge, porque una vez se conoce la existencia de sociedades secretas en una comunidad abierta y luminosa como es la Iglesia, se crea una muy dañina psicosis en todo el cuerpo social que la compone, por la misma naturaleza de las sociedades secretas y por la dificultad de constatar la pertenencia a las mismas de una persona o de una entidad, por este hecho denunciadas.

Así se producen denuncias, de las cuales el oyente (o lector) no puede constatar con seguridad su veracidad, pues son siempre desmentidas por los acusados, que invariablemente se quejarán de estar siendo difamados, dejando al oyente ante la duda de si son ciertas las acusaciones o si por el contrario, se está atacando injustamente a los denunciados.

De estas situaciones se deducen tres males intrínsecos: 

Por un lado, la posible difamación de personas inocentes. 
Por otro la inacción, que a su vez se divide en dos: la que en el sujeto pasivo es fruto de la duda razonable que produce el secretismo (cuando este es descubierto y por otro, la que en el sujeto activo nace como un cáncer invasivo, flatulencia de su propia naturaleza e incluso de un interés personal, muchas veces oculto incluso para el propio implicado.
De entrada, cuando las personas integradas en estas asociaciones “discretas” se posicionan en ámbitos de poder (sea este del ámbito que sea, pero especialmente en el político), tienden a la inacción o cuanto menos, a una “acción limitada”. Ello es así por lo siguiente:
Si gracias a su secretismo (es decir, a haber ocultado su propia naturaleza a amigos y a enemigos) ha alcanzado cierta posición preeminente, tenderá a pensar que para alcanzar nuevos y más influyentes cargos convendrá seguir disimulando su verdadera naturaleza en lo secreto, EVITANDO QUE LA “RADICALIDAD” DE SUS ACCIONES LE DESCUBRAN,  con el erróneo, pero bienintencionado objetivo, de obtener  “mejores y más efectivos resultados” en el futuro… de lo que resulta una forzada inacción, siquiera parcial en lo posible, por muy valiente y católica que dicha persona sea, pues insisto: Tenderá a pensar que, al seguir ocultando al resto de la sociedad sus verdaderas “y muy sanas” intenciones, podrá en el futuro alcanzar mejores y más “maravillosos” logros.
Desgraciadamente, el anterior razonamiento tiende a extenderse hasta lo infinito en las dos direcciones más perversas posibles: Por un lado, procurando la propia inacción presente, con la “sana intención” de no descubrirse y así, estar en posición de conseguir mayores logros y  por el otro en el futuro, pues siempre existirá la “esperanza” de “engañar” aun más al enemigo y de, gracias a ello, alcanzar mejores y más altos puestos de poder, pero ¿Puede romperse en algún momento esta “pendiente que entiende la inacción parcial como un mal menor? Pues no, pues aun alcanzando la presidencia de la nación, tenderá a limitar sus buenas acciones, con la “sana” intención de mantenerse en el poder. Desgraciadamente y como mal añadido, estas actitudes pueden también reforzarse bajo mil piadosas excusas, por el propio interés personal.
Por otro lado, el sufrimiento causado a un joven (o a cualquier persona) injustamente acusado de pertenecer a una de estas sectas es terrible y puede, por salvaguarda de su honor o para evitar lo que en su inconsciencia puede considerar como “males aun mayores” para la Iglesia o su comunidad, empujarle a tomar decisiones erradas y contrarias a sus intereses espirituales, como puede ser el alejamiento de su comunidad o el ocultamiento de la situación, a su propia familia.

Finalmente, acusar a una organización o a una persona de pertenecer a una de estas sectas sin tener plena seguridad, destruirá la reputación de la misma y la confianza en ella depositada. 
Además, la misma insinuación de que una persona o una entidad pueden estar dentro de la órbita de alguna entidad secreta, lleva a la inacción del sujeto pasivo, que se ve paralizado ante la duda, sin saber si debe de hacer caso al denunciante o no, pues:

¿No puede ser el denunciante un difamador o simplemente estar equivocado? ¿No puede tener el mismo denunciante un interés oculto en dañar a esa persona o a esa sociedad por él denunciadas?

En consecuencia, es evidente que la duda razonable que se desprende de la imposibilidad de conocer la realidad de la pertenencia o no de una entidad o de una persona denunciadas a una secta secreta (Preferible es pemitir que se escapen 100 culpables, antes de entrar a condenar a un solo inocente), induce, por miedo al error, a la INACCIÓN, impidiendo la confianza en las mismas y propiciando, por esa misma inacción de los buenos, la preeminencia del MAL. 

Pues bien, esta es la situación con la que la que nos encontramos en España y con la que hemos de bregar. Nosotros, desde Cruz de San Andrés, no podemos de ninguna manera acusar a nadie, pues aunque existan indicios muy cercanos, no tenemos constatación directa y segura ninguna, de que ninguna asociación o persona sea, con seguridad, perteneciente a asociación secreta alguna. 

De verdad que nos encantaría tener una barita mágica que nos descubriese con seguridad (con seguridad, pues jamás acusaremos a nadie de nada, sin tener certeza absoluta), quienes forman parte y qué entidades pertenecen a alguna de estas sectas, pero como no formamos parte ni hemos formado parte de ninguna de ellas, no podemos hacerlo… pero lo que sí podemos exponeros, es la forma de desarmar a las mismas y de como evitar el mal que de ellas emana:

Como afrontar a las asociaciones secretas y la maldad que de ellas se desprende

Intentaremos ser muy claros y muy concisos:

A) La mejor manera de luchar contra estas sectas es, manteniéndonos siempre y estrictamente dentro de las enseñanzas de la Santa Madre Iglesia y por tanto, tener muy claro que NO EXISTE NINGUNA SOCIEDAD SECRETA O “DISCRETA”, QUE NO ESTÉ CONDENADA POR LA IGLESIA CATÓLICA. 

B) No difamar ni difundir jamás públicamente acusaciones infundadas y sin conocimiento directo, sobre qué personas o entidades concretas pueden pertenecer a asociaciones secretas. Así evitaremos dañar a inocentes.

C) Por la misma razón del punto anterior: No hacer caso de las maledicencias. Si alguien acusa a otras entidades o personas de pertenecer a alguna asociación secreta, no puede ni debe aceptarse dicha acusación en secreto y la misma, debe de estar fundada en hechos probados y demostrables o bien, en testimonios de personas concretas, que merezcan toda nuestra confianza.

D) Tener claro que la Iglesia (y cada uno de nosotros somos parte de la Iglesia) es LUZ. Y que la luz está reñida con lo OCULTO. Quienes formamos parte del Cuerpo Místico de Cristo estamos llamados a ser “LUZ DEL MUNDO” y nada puede ser más importante que eso. No nos es lícito ocultar la VERDAD (y nosotros, como discípulos de Cristo somos parte de esa verdad), por mucho que ello nos reporte grandes beneficios y por mucho que deseemos dar a la Iglesia dichos beneficios, pues: ¿Acaso te es lícito ocultar o negar tu fe, por salvar tu vida? y ¿No es falta de fe el considerar que tú, utilizando las sombras, vas a conseguir algo que consideras que el Espíritu Santo no puede conseguir a plena LUZ?

E) Trabajar abiertamente en todo momento y circunstancia, aun a riesgo de nuestras vidas, como apóstoles de la LUZ; con decisión y amor a la Iglesia de Cristo y a nuestros hermanos, allí donde consideremos que hacemos mayor y más seguro bien.

¿Y si contactasen con nosotros directamente, incitándonos a entrar en una de estas entidades secretas? 

En ese caso debemos denunciar cuanto antes el hecho a nuestros directores espirituales y personas de mayor confianza (padres, sacerdotes, líderes católicos…), dando a conocer a las personas que os han incitado a ello y todos los detalles que recordéis, sin ocultar jamás, nada, aunque sea algo que aparentemente os pueda perjudicar.

Si ya pertenecéis o habéis sido contactados por alguna de estas entidades secretas, debéis salir de las mismas lo antes posible, buscar asesoramiento externo y poner el hecho en conocimiento de tus padres y de las autoridades eclesiásticas.

Esta es la única forma en que quienes formamos parte de la Iglesia, podemos y debemos de proceder para terminar con el daño que suponen las asociaciones secretas. Esto y tener muy claro que no existen las asociaciones secretas (o “discretas”) buenas, pues no puede ser bueno aunque lo pretenda, el que no da la cara, pues cuanto menos:

Crea desconfianza e inacción a su alrededor, denota falta de valor al ocultarse ante el enemigo, necesariamente ignora a quien obedece en última instancia, desobedece a la Iglesia y demuestra falta de fe en el Espíritu Santo.

Lo anterior, y para no empañar la honra de las personas, jamás correr bulos o difamar sin tener la certeza absoluta, por pruebas irrefutables o por vivencias en primera persona, de que alguna persona o alguna asociación pertenecen a alguna asociación secreta.
Este tipo de acusaciones son especialmente graves, porque tan difícil resulta probar la inocencia, como difícil resulta probar la pertenencia a dichas organizaciones secretas.


Efrén de Pablos García
Presidente de la Asociación Cruz de San Andrés

1 comentario:

Carlistas por la Vida y la Familia dijo...

En la Iglesia hay dos tipos de cretinos: Los que se integran en asociaciones secretas, aun sabiendo que la Iglesia es luz. Y los que acusan de ser de asociaciones secretas hasta a su propio padre.

Una pena, tanto tonto suelto.