lunes, 26 de enero de 2009

El destape de Mayor Oreja, el hombre de hojalata

No deja de crecer el escándalo por la votación favorable al derecho al aborto y toda suerte de aberraciones por parte de la mayoría de europarlamentarios del Partido Popular.

El líder de los 'populares' en Europa, no advirtió a los suyos del contenido explícito de la propuesta de la cámara europea, según informa Minuto Digital. Sorprendente actitud por parte de Mayor Oreja, si es que fue así como ocurrió. Es legítimo dudar de que la información sea exacta porque uno no puede dejar de preguntarse por qué él emitió un voto en contra, de forma que de cara a la opinión pública mantiene la imagen de "hombre de convicciones", mientras se despreocupa de lo que vota su grupo parlamentario. También es lógico preguntarse qué clase de líder no informa a sus compañeros de que la votación a la que van a acudir en el parlamento europeo dirime nada menos que el derecho a vivir. Cómo no, salta la pregunta de qué clase de representantes públicos no tienen un mínimo interés por saber qué votan, pero éso, conociendo la idea que tiene la casta política de representación pública, es mucho más verosímil.

El caso es que el Partido Popular se ha metido en un berenjenal considerable. Esta vez, el escándalo por actuar radicalmente en contra de los prinicipios morales objetivos más elementales, sí ha saltado a la opinión pública. Hay que reconocer que con Aznar ésto no pasaba: el héroe de la mayoría absoluta podía aprobar la introducción en España de la píldora abortiva RU 486 sin que el personal apenas se enterase. Así, el pequeño caudillo de la democracia y sus esbirros cumplían con sus respectivos papeles a la perfección: un ministro de economía que pasaba por ser un taumaturgo de las finanzas, un minitro de fomento que hacía obras públicas como Franco pantanos y un ministro del Interior, el loado por todos Mayor Oreja, que pasaba por ser un hombre de granito con modos de diplomático y un confiable democristiano (valga la doble contradicción, por demócrata y cristiano, y por fiable democristiano). En fin, era el donostiarra de mirada sosegada el muro de contención ante la degradación moral de la política. Pero el vascongado, despistado él, ha mostrado ser más bien un politicastro con fondo de tahur. Un pelele en manos de la poltrona y los intereses que gobiernan y dominan a Europa. Un pobre empleado que hará lo que haga falta por seguir pintando algo en este show mediocre que es la política liberal. Tras su brillante armadura de caballero andante, no hay más que un montón de hojalata. Un chatarreto que quiere parecer un pulcro platero.

El hombre se ha destapado y la excusa encontrada no podía ser más chapucera y mediocre. Eso sí, siempre tiendrá a mano en el bolsillo un voto, su voto personal, presto para quedar bien ante la parroquia.

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