Valiente e interesante esta carta publicada en Religión en Libertad.
Madres de familia, ¿dónde son imprescindibles?
Señor Director:
He leído hace unas semanas el número de octubre de la revista La Familia Importa, del Foro Español de la Familia En él encuentro que el tema “conciliación hogar-trabajo por la mujer” es tratado en Portada, páginas 5 y 9; lo percibo, por enésima vez, como tema transversal en la revista y en el pensamiento-acción del Foro Español de la Familia, y de instituciones conformadas en su mayor parte por católicos, si no dirigidas por ellas. Creo que la priorización de la “conciliación eficaz” entre trabajo en el hogar y trabajo en la calle para las mujeres madres de familia implica la aceptación del tratamiento de la mujer -y del hombre- como objetos y no sujetos de las políticas. Considero que es un elemento distorsionante de la realidad; y está en el fondo de algunos graves males sociales que lamentamos y combatimos. La extensión de la cultura de la muerte, con las rupturas matrimoniales, la anticoncepción sistemática, el aborto y la eutanasia, todos estos ¿no tienen en el fondo un denominador común, la “falta de madres en casa“?
Hace más de un siglo que la Doctrina social de la Iglesia al respecto (*) dice cosa distinta –por no decir contraria- a lo que los defensores de la “conciliación obligatoria” sostienen. Y me parece mentira que los católicos que dirigen, coordinan o participan en el Foro Español de la Familia, en otras plataformas y medios de comunicación, e incluso en institutos y centros de investigación y enseñanza no dediquen apenas páginas, investigaciones, cursos y trabajos a exponer la necesidad de que nuestra sociedad privilegie la posibilidad de que la madre se dedique en exclusiva al hogar. Se ha dado la vuelta a la doctrina social: en lugar de estudiar, enseñar y comunicar que “la organización de la sociedad debe posibilitar que la madre no se vea obligada a trabajar fuera de casa para que la familia pueda salir adelante, pues ella es imprescindible como fuerza del hogar“, se defiende que “la organización de la sociedad debe potenciar que la madre no se vea obligada a no trabajar fuera de casa, pues la fuerza de la mujer es imprescindible en el mercado laboral”
Sr. Director, en resumen: creo que la desobediencia a la enseñanza de la Iglesia por parte de los católicos ¿no es un grave pecado social, similar a la desobediencia a la enseñanza en temas de unidad e indisolubilidad de matrimonio, anticoncepción o aborto? Creo que es necesario romper un pacto de silencio, que está ocasionando graves daños en las sociedades occidentales y, por más centrarnos, en la sociedad española. Tengo la esperanza de que algunos lectores de su medio compartan lo que explico y puedan influir para que tanto el Foro Español de la Familia como otras instituciones y medios de comunicación, asuman y prioricen, en sus idearios y acciones concretas, que, a la luz de la Doctrina Social de la Iglesia, el único lugar en que la fuerza laboral de la madre de familia es imprescindible es en el hogar familiar.
(*) Léanse sin prejuicios, entre otros,
el nº 71 de Pio XI, Quadragesimo anno, 1941: “Constituye un horrendo abuso que las madres de familia se vean en la precisión de buscar un trabajo remunerado fuera del hogar, teniendo que abandonar sus peculiares deberes y, sobre todo, la educación de los hijos”
el nº 23 de Juan Pablo II, Familiaris Consortio, 1981: “La sociedad debe sin embargo estructurarse de manera tal que las esposas y madres no sean de hecho obligadas a trabajar fuera de casa y que sus familias puedan vivir y prosperar dignamente, aunque ellas se dediquen totalmente a la propia familia”
o el nº 13 de Congregación para la doctrina de la fe, Carta a los obispos de la iglesia católica sobre la colaboración del hombre y la mujer en la iglesia y el mundo, 2004: “El genio de la mujer, implica, ante todo, que las mujeres estén activamente presentes en la familia. La combinación de la familia y el trabajo asume, en el caso de la mujer, características diferentes que en el del hombre. Se necesita una justa valoración del trabajo desarrollado por la mujer en la familia de modo que las mujeres que libremente lo deseen podrán dedicar la totalidad de su tiempo al trabajo doméstico, sin ser estigmatizadas socialmente y penalizadas económicamente".
Blanca Guerrero, Madrid
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